El amaranto es considerado un superalimento que aporta gran cantidad de aminoácidos, proteínas y vitaminas. Al igual que la quinoa es un pseudocereal, con los que comparte propiedad similares. Al igual que la quínoa tiene más lisina que otros granos, por lo que la proteína es más «completa».
La composición nutricional del amaranto ha merecido que sea considerado uno de los 36 vegetales con mayor potencial alimenticio para la humanidad, debido a su riqueza en minerales y proteínas, su resistencia a la sequía y su gran rendimiento agrícola.
La extraordinaria composición del amaranto se traduce en una serie de beneficios para el bienestar y la salud.
EL AMARANTO EN LA COCINA
En la cocina, el amaranto se trata como un cereal. Se puede tomar tostado, hervido, hinchado, en forma de harina o germinado, y puede servir para preparar recetas tanto dulces como saladas.
La semilla desprende un olor intenso cuando se cocina y su sabor es acentuado, por lo que algunas personas prefieren mezclarlo con otros cereales o legumbres para suavizarlo.
Para cocerlo se precisa una proporción de dos tazas y media de agua por una de semillas, aunque esto es solo aproximado, ya que fluctúa con la variedad.
Es importante mantener la cazuela tapada durante la cocción y, una vez absorbida el agua, retirarlo del fuego y dejarlo reposar diez minutos. Si se ha puesto en remojo antes, debe usarse menos agua o quedará apelmazado.
Añadiendo un trozo de alga kombu, cebolla y un tallo de apio al agua de cocción se obtiene un sabor más redondo, pues le van bien los caldos intensos.
Una vez cocido se puede usar, por ejemplo, para rellenar berenjenas, calabacines o tomates, preparar croquetas o dar consistencia a sopas y salsas.
Se suele condimentar con pimienta negra, mostaza y cilantro, aunque también hace buenas migas con laurel, ajo, ajedrea, tomillo o perejil.
En recetas dulces la miel es su mejor compañera. Con esta mezcla los mexicanos preparan un dulce típico cuya receta apenas ha variado desde los tiempos de Moctezuma: una nutritiva golosina llamada “alegría” que se ofrece en ferias y tiendas ambulantes.
Recetas y usos del amaranto en la cocina
SABROSAS PALOMITAS DE AMARANTO
Una forma muy práctica de preparar el amaranto es en forma de palomitas. Son fáciles de improvisar, de sabor suave y textura agradable, idóneas para el aperitivo o para incluir en mueslis, ensaladas, sopas o rellenos de verduras.
Se pone una cazuela de fondo grueso al fuego sin añadir grasa, y cuando esté caliente –no demasiado– se añaden una o dos cucharadas de semillas, que deben saltar sin chamuscarse. Se tapa y, fuera del fuego, se agita hasta que se abran las palomitas.
GERMINADO DE AMARANTO
Como cualquier semilla el amaranto se puede germinar. Sus diminutos brotes, parecidos a los de la alfalfa, dan frescura a las ensaladas y son útiles en salteados rápidos de hortalizas o como relleno de bocadillos, guarnición de cereales o sobre un pastel de verduras.
HARINA DE AMARANTO
Es aconsejable prepararla uno mismo en casa con un molinillo de café o una procesadora de alimentos.
La harina de amaranto es excelente para espesar sopas y salsas, o para usar en croquetas y albóndigas. Y, aunque no es panificable, funciona muy bien sola en galletas y tortitas.
En las recetas con levadura, como bizcochos, pan o pasteles, es necesario mezclarla con otras, como de espelta, centeno o trigo.
Almacenamiento:
Mantener bien cerrado.
Conservar en lugar fresco y seco a temperatura menor de 20º C. El producto sellado se conserva hasta 12 meses.